jueves, 15 de agosto de 2013

Un año...

Hoy hace un año... desde que me convertí en vacanguro.
Vacanguro no es solo una tienda, es mi transformación, de escéptica a mamífera... (me tomo  la licencia de mi amiga Xana). Vacanguro nació el 15 de Agosto de 2012, el día que nació mi pequeño Hugo.

El día que nació Hugo entendí que no se puede tener más amor acumulado en 3 kilos y medio, que no se puede amar de esa manera salvaje y primaria a nadie en este mundo como a la propia carne...

Ha pasado un año de teta, brazos y dormir acurrucaditos. De sentir a mi hijo siempre cerca para aportarle lo mejor de mí. No he pasado un solo día separada de él, tres horas como mucho, y sufriendo porque necesitaba estar con él, porque se me llenaban los pechos de leche y necesitaba alimentarlo.

 Nadie, ni siquiera yo, apostaba porque sería este tipo de madre... este tipo de madre imperfecta... la que no da biberones de leche de fórmula por propia convicción, que duerme con él para no poderlo sacar de la cama hasta que vaya a la universidad, la que lo tiene "acostumbrado a los brazos" o lo lleva todo el día en mochila o en esos trapos de "hippies", la que le da la comida entera desde los 6 meses y no le hace purés, la que usa pañales de tela sabiendo que eso es un atraso y una incomodidad,  la que lo consuela cuando llora o se cae. Ese tipo de madre que va en contra de la cultura del desapego... pero bueno, una cosa está clara, en mi casa nos está yendo bien así y nuestro pequeño becerrín está activo y feliz.



Aunque en algunos aspectos mi vida a veces es un caos, me conformo con tener ciertas cosas "controladas". Como muchos sabéis, me paso la mayoría del tiempo sola, porque nuestra familia vive lejos, y mi marido trabaja fuera, así que tengo que llevar yo todo el peso, casa (aunque reconozco que soy una mierda de ama de casa), niño, tienda y perro (sí, también tengo perro), pero todo ese estrés me ha hecho sentir mejor madre, aunque mi casa no esté como la patena, creo que puedo con todo, y hasta ahora ha sido así. Me gustaría poder quedar con mis amigas de antes, y hablar de cosas que no sean tetas y portabebés, pero al final siempre acabo hablando de lo mismo.





Un año de feliz lactancia y porteo, un año de amor incondicional, un año de descubrir este maravilloso mundo de la maternidad, que tanto me ha aportado y me sigue aportando...  y que tanta paciencia me ha enseñado a tener... un año desde que mi unidad se convirtió en una verdadera familia.

Feliz cumpleaños, hijo mío. <3